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Luis Samanamud Palacios |
El fallecimiento de Luis Samanamud Palacios, ocurrido el 18 de julio pasado, privó a Surquillo de un hombre que a lo largo de toda su vida nada más que sirvió desinteresadamente a su comunidad. Así le vimos siempre, paseando por las calles del barrio, hombre sin tacha, sin adversarios ni enemigos. a su paso, todos le brindaban su saludo. Chicos y grandes, hombres y mujeres de toda edad, recompensaban de esa forma a un hombre que inscribió eternamente su nombre como atento servidor en ámbitos tan distintos como la escolaridad y el criollismo; como el deporte y el espectáculo; como la defensa de la naturaleza y la difusión de la tradición. Recibía todo tipo de invitaciones a las cuales asistía puntualmente, ya sea para cantar, tocar guitarra o servir como animador y maestro de ceremonias. Su fama de no ingerir alcohol, le daba la autoridad suficiente para intervenir en cualquier destemplado conato de líos.
Ese mismo respeto hizo que su principal legado al criollismo surquillano, fuera el “Centro Social Musical y Tradicionista Ricardo Palma”, fundado el 18 de marzo de 1945, secundando en 1962 al presidente fundador, el famoso laudista Juan Araujo Gálvez, así se constituyó como una institución señera y, tal vez, la más emblemática de los barrios del sur de Lima. Todavía se le recuerda a Samanamud sufragando gastos de administración, de su propio peculio, y hasta dedicado a la poco grata tarea de limpieza del local al fin de cada jarana criolla. En una fecunda época, se desempeñó como funcionario municipal del distrito, instituyendo las Vacaciones Útiles, el servicio de comedores municipales, la organización de las colonias vacacionales para escolares, la veeduría del cementerio, el cumplimiento de reglas en los espectáculos, los parques y los jardines, así como en su pasión, la enseñanza de la interpretación musical con guitarra en forma gratuita.
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Secundando al gran Juan Araujo Gálvez. |
También llevó a cabo cuatro festivales interescolares de la canción criolla. De allí salieron, por ejemplo, Gaby Avilés Palomino, ahora exitosa cantante de música internacional en la orquesta de Fallo Muñoz, y Viviana Sanchodávila, reconocida cantante criolla, entre otras consagradas figuras. En una ocasión, organizó las fiestas carnavaleras y logró el concurso del vecindario para el desfile de vistosos carros alegóricos en el distrito. En el verano de 1984, en plena época de lo más crudo y violento del terrorismo, fue llamado por el Diario “Última Hora” para organizar en la plaza San Martín de Lima, un gigantesco espectáculo gratuito. Él le llamó “La Gran Guitarreada de Lima”. Puso todo su empeño en hacer realidad esa demostración popular. A puro telefonazo, fue comprometiendo la participación, sobre todo, de los centros musicales de la capital, así como de las academias e instituciones de enseñanza de la guitarra y el laúd.
Las dificultades crecieron cuando las autoridades políticas advirtieron de la peligrosidad de un evento popular de esa magnitud, hecho en un escenario público expuesto a la insana acción del terrorismo. En ese sentido, Lucho obtuvo el compromiso del director del Diario, el diputado Guido Chirinos Lizares, de asumir cualquier responsabilidad civil y penal del evento. Samanamud reunió a los directivos de todas las organizaciones que se habían comprometido a participar en la “Guitarreada” y cuando casi era vencido por los argumentos del temor a los ataques del terrorismo, él sacó una razón que no dejó dudas: Miren señores, vamos a vencer al temor con la música… ¡Yo llevaré a lo que más quiero en esta vida, mi hija Liliana, guitarrista infantil! Aquella noche, en medio del amenazante y estruendoso estallido de bombas por doquiera, y con constantes apagones que dejaron a oscuras el contorno de la histórica plaza San Martín, Samanamud logró reunir a 250 guitarristas de toda edad.
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Justo Linares, el autor. |
Durante hora y media, el enorme conjunto adiestrado pacientemente por el inolvidable surquillano, acompañado por el eximio guitarrista Pepe Torres, ofreció una memorable muestra de cariño a lo nuestro. Quedó así multitudinariamente demostrado que la música es capaz de dominar a la bestia. Algunos años atrás, Lucho dejó de transitar por las calles que más anduvo en su vida iniciada el 22 de abril de 1929 en Surquillo. Estaba afectado por los achaques de la edad. Pero como ocurrió siempre, cada 22 de abril recibía en su domicilio, con gozo, la visita de quienes le quisimos por ser tan gran persona. A esa cita anual eran infaltables los músicos e intérpretes quienes desfilaban para mostrarle grato tributo a la amistad. En la tranquilidad de su hogar, el 18 de julio de 2017 devolvió el alma al Señor, quien le ha premiado teniéndolo eternamente a su lado.
Es Justo.
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