Hizo "Cuando el Indio Llora". |
Aprendimos a querer a "Rosa Elvira", desde nuestros primeros años de "jarana". Los cumpleaños de mamá y papá, se celebraban religiosamente en casa con el ritual de la época: serenata, cumpleaños y corcova. Nos tocó el crecimiento en ese ambiente y el director de la orquesta -cual sería su idea- nos encargaba tocar el "triángulo", elemento percusivo a su indicación y, las maracas, ese par de calabacitas muy especial para el ritmo en los boleros y guarachas. Desde los 8 años, por 1944, hacíamos nuestros pinitos musicales. Bella obra musical a la que le pondría letra después, luego de su muerte, Pedro Espinel.
Un vals que se instaló por siempre en nosotros, fue esta obra inmortal de Carlos A. Saco. Era parte obligada en el repertorio del conjunto orquestal o de las agrupaciones de bandurrias, laúdes y guitarras que nuestras neuronas absorbían insaciables. Fue nuestra primera interpretación al piano, de "oreja" por cierto que, en los andares primarios de la música, nos atrevimos a tocar. Luego vendría el acordeón, el conjunto y las fiestas de toda índole y en las que "Rosa Elvira", nos ha acompañado como una amante fiel y generosa.
Carlos A. Saco fue chalaco. Vino al mundo el 25 de Febrero de 1894, en la calle Paz Soldán en el Alto Perú, Callao. Treinta años mayor que yo. Adquirió popularidad por su voluminosa figura y se dice que primero aprendió los secretos de la guitarra, arte con el que se desprendió del juego del billar, donde era un consumado jugador. Caería luego seducido por el piano, aprendiéndolo en una Academia de Baile de la calle El Tigre, hasta debutar como profesional en la Academia de Roberto Cox en "Comesebo". De allí, era el pianista obligado de todo local artístico o salones de baile.
El autor de Rosa Elvira |
Siempre evocaba sus mocedades en la calle "Cómodas" de la Lima antañera y su primer trabajo en lo que es hoy "La Cristal". Nuestros padres nos contaban de sus animaciones en los restaurantes de las playas de Barranco o el Agua Dulce. Bien podría "pituquearse" porque era muy solicitado o, gozar de los humildes del callejón. ´Su música no tenía distinción de clases sociales. Hasta "el Cine Mudo", gozó de sus arpegios como su fondo musical predilecto. Saco fue fundador de Radio Nacional del Perú en 1926 y grabó para la RCA Víctor.
Nétamente musical como compositor y allí sobresalió con "Cuando el Indio Llora", un fox trot con aromas andinos. Hizo "El Elegante", "Las Cautivas", "El Indio en la Selva", "Cecilia", "El Quita Sueño", !El Zancudo", "Suspiros" y muchos temas más pero, sin ninguna duda, "ROSA ELVIRA" fue su estrella. Desde Coltrinari y su orquesta, pasando por Filomeno Ormeño y Lucho de la Cuba a cuatro manos en sus inmortales pianos, hasta Carlos Berscia y su acordeón o Miguelito Cañas y su piano mágico por citar algunas de sus mejores versiones, este vals tiene connotación de magistral. Es pieza obligada para interpretar con nuestros Teclados. La música de su otro Fox trot "Las Cautivas", lleva letra de Manuel Covarrubias.
El Club Musical "CARLOS ALBERTO SACO", perenniza su memoria. Se fue en 1935, cuando sólo teníamos un año de vida. Una larga jarana en La Molina, con todos sus adornos y matices, dejó secuelas en su salud que, a la postre, acabarían con su corta existencia. Supo sacarle quejidos a la guitarra y sobre los teclados de marfil de su piano amado, componer un legado musical que es historia. "Rosa Elvira" y "Cuando el Indio Llora", son verdaderos clásicos y piezas musicales de salón. Esta es la reseña de un inmortal de nuestro cancionero criollo. Músico ciento por ciento, avalado por el gran peso de su Arte. Gracias.
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