Pedro A. Bocanegra |
Este ilustre compositor chiclayano vio la luz del día por primera vez un 4 de Junio de 1890 y fue el mayor de sesenta hermanos del prolífico herrero de la ciudad Don Santiago Bocanegra y que tenía su negocio en la calle Santo Domingo. Se comentaba que no sabía el nombre de sus hermanos. Eran tantos. Con el sol y sobre una barandilla del buque "Zaña", Pedro Augusto Bocanegra se despedía virtualmente del puerto de Eten. Ya estábamos en 1910 y se preparaba para hacer el servicio militar en Lima. En aquellos años se vivía ya el conflicto fronterizo con el Ecuador y no nos imaginamos cuales serían sus pensamientos para afrontar todo aquello.
Así se incorporó a la Escuela Militar de Chorrillos y su talento de músico tuvo ocasión de probarse tocando el "redoblante" y aprender los secretos del clarinete y el pistón, un trompetín que necesitaba buenos pulmones para hacerse oír. Muy aceleradamente se vio interpretando una larga lista de marchas y polcas, entre estas últimas aquella famosa "Los Voluntarios", dedicada a su coronel Soyer durante sus maniobras castrenses en el cerro Atocongo. Fueron dos años de entusiasta servicio y pensando, quien sabe, su destino estaba en la música. Después saldría de baja como ex integrante de la Banda de Guerra y en vez de retornar a Chiclayo, su tierra, puso meta hacia Lima.
Seducido por la bohemia y siendo además buen cantor y guitarrista, empieza a crear y componer valses como "Entre los dos", "La Alondra", "Separación" y la serenata "En tu día" y que se conoce igualmente como "La Bóveda Azulada". Así conquistó fama de trovero entre la gente alegre del Cuartel Primero. Se hizo amigo de los motoristas y conductores de los tranvías y del cine La Mútua", matarifes del antiguo camal, brequeros y maquinistas del ferrocarril y muchos más. Alegre y divertido en su cuarto del Callejón del Pino, en la calle "Patos", se dedica intensamente a las vigilias festivas y a los licores gratos entre las guitarras y las mujeres de ocasión.
No solamente se dedicó a disfrutar de la Lima criolla. Tuvo sus andares por el mundo de nuestra serranía y así compuso "A Orillas del Mantaro" y "Soy la hoja desprendida", con todo el sabor adquirido en su tránsito por la ciudad de Huancayo, en breve destierro de salud decretado por el médico. Pasado el problema volvió a Lima restituyéndose a la bohemia del Cuartel Primero. Cantó con Sixto Villavicencio, Humberto Queirolo, el "chueco" Sánchez y el "burro" Cerna, acompañado por la guitarra de Emilio Herrera, muy cotizado en esos vergeles. La voz de Pedro Augusto Bocanegra era moda en las serenatas de Malambito.
Tras los festejos del Año Nuevo se 1927, una pulmonía fulminante postró al zorzal chiclayano a su modesto aposento del Callejón del Pino, en la quinta cuadra de la actual Av. Emancipación y en el que recibe la visita del siniestro Ángel de la Muerte. Tiempo después sus cenizas se pierden para siempre en el Cementerio Presbítero Maestro. Una ironía de la vida para quien vivió colectivamente rodeado de amigos. De allí que el Centro Social Musical Bocanegra no efectúa romería alguna, porque no existe su tumba. Pero la música del bohemio de Chiclayo es más poderosa y cuando se canta, recibe con el aplauso, el mejor de los homenajes. Gracias.
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