"Lucy Avilés". |
Desde allí nos encantó y comentábamos siempre entre colegas, esta anécdota. Preguntamos: ¿Por qué será que nos gusta tanto recordar el pasado? Es un buen pasatiempo y recomendable para volver a vivir. Lo hemos confirmado a través de otras experiencias.También muy agradable verla y oírla cantar con el acompañamiento de ese magistral guitarrista y artista llamado Willy Terry, de refinado oído y muy buena segunda voz. Lucy Avilés, a diferencia de otras artistas, es muy conservadora del arte de ayer. Nos parece que esos valses con especial tradición son de su preferencia y los canta con todo el sabor y salero que se merecen. Imaginamos que los aprendió creciendo y al compás que le marcaba papá Avilés. No tenía salvación, porque también doña Lucy Valverde, la singular esposa del maestro, que nos "cobraba en dólares por posar con ella en unas fotos", es otra catedral del criollismo. Suerte para el Perú que así sea.
¡Cómo nos encantó su amor a la memoria de su padre! Es un recuerdo que ya se nos hizo imborrable. Con qué orgullo conserva para ella la primera guitarra que usó Oscar Avilés en sus presentaciones triunfales. La conoce al derecho y al revés. Para nosotros fue un honor que nos la mostrara y tocarla, sentir su fina madera e imaginarnos que de ese instrumento bendito salieran tantos buenos "puntéos" que creó el maestro para tantos valses y polcas registradas en su haber. Con esa guitarra diría muchas veces Oscar Avilés: "Quiero cantarle a mi tierra".
Para este improvisado reseñador que encontró una buena fórmula de sobrevivir a la jubilación, es un placer dedicarle estos párrafos a Lucy Avilés Valverde, otra garantía, como su hermano Oscar, para que permanezca en la memoria de todos los peruanos la obra de "La Primera guitarra del Perú". Es admirable todo el inmenso trajinar en audiciones radiales y presentaciones en la televisión, con ese salero que demuestra en esta foto. Nada artificial. Pura esencia de fino criollismo que se esparce como el perfume de hermosos jardines. Conste que esta inspiración de reseñarla, nace de verla tan radiante y hermosa.
Hay mucho camino por delante y también ansias de recorrerlo por parte de "Lucy Avilés". El canto es su vida y mientras lo haga será un baluarte que perennizará el amor a lo nuestro. Nada como el conservar la tradición. Dios, nuestro Creador, ha sabido elegir a sus hijos predilectos para esta misión. Ella representa lo limeño y lo que jamás debe olvidarse: La buena jarana con baile de punta y taco. Voces en todo lo alto y marinera con resbalosa y cajón. Serenatas, cumpleaños y "jorobas" con buena mesa, fino trago y copas que nos lleven al brindis para decir: ¡Salud, Lucy! Por todo lo que nos regalas y por dejar bien en alto el apellido "AVILÉS". Gracias.
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