Dámaso de Rivero |
"Dámaso De Rivero, el artista que tenía notas musicales ante el pentagrama de sus huellas digitales, ya descansa en paz". Fue el metafórico inicio de la infausta noticia que, a través de algunos medios escritos y por la Internet, dio la vuelta al planeta al empezar Diciembre de 2008. Pero sólo muy pocos pudieron recordar a "El Mago del Piano", maestro concertador de las ya lejanas variettés, que consistían en un desfile artístico en cines y teatros, luego de una película de moda. Y es que actualmente son muy escasos también quienes logran llegar a la base siete u ocho de la vida. Procedente de familia aristocrática, que lo llevaría a nacer en el Castillo Rospigliossi del Callao en 1922.
Dámaso rechazó siempre aquel estilo de vida y se metió de lleno en las jaranas criollas de rompe y raja del brazo de Nestor Chocobar y Pedro Espinel, el entrañable "Rey de las polkas" y compadre de Felipe Pinglo Alva. El gran Filomeno Ormeño lo eligió su sucesor, pero De Rivero, a quien por aquel entonces llamaban "El Galán del Piano" por su porte y buen vestir, declinó por su carácter algo huraño, amante del perfil bajo. Un buen día, sin embargo, una cholita limeña como la mazamorra morada, de cara bonita y voz de ángel, lo hizo su primer pianista acompañante. Había nacido entonces Jesús Vásquez "La Reina y Señora de la Canción Criolla", quien hoy, pese al alzheimer que padece, suelta una lágrima cuando le hablan de Dámaso.
Posa con Oscar Avilés Arcos. |
Con la salud deteriorada y agravada por un ritmo de vida matador y, para colmo, agotada ya la fortuna personal, no por dilapidarla en vicios sino por auto auspiciarse en un país como el nuestro en que el arte no paga, tuvo que retirarse a sus cuarteles de invierno, en un viejo edificio de la cuadra dos del jirón Quilca, ante la profunda preocupación de su amigo Oscar Avilés, "La Primera Guitarra del Perú". Pero la angustia no duró mucho, porque en el año 2005 y con toda justicia, este último, el propio Dámaso, Esther Granados, Luis Abanto Morales, Edith Barr y otros, recibieron conmovidos una Pensión de Gracia del Estado peruano, para aliviar sus días de ancianidad.
Dante Miller y Javier Gonzáles |